Acoso escolar e institucional (Pincha en la imagen)

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ACOSO ESCOLAR E INSTITUCIONAL (Pincha en la imagen)

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miércoles, 8 de agosto de 2012

Bullying o acoso escolar: ¿”Cosa de chicos”?

 

El bullying, muy lejos de las "cosas de chicos"

Por Candelaria Irazusta
Claves para comprender el acoso escolar y para ayudar a quienes lo padecen, como víctimas o como agresores, ya que la indiferencia ante el problema sólo logra potenciarlo.

 

 

La violencia escolar y el bullying no son problemas nuevos. Se trata más bien de fenómenos que durante mucho tiempo permanecieron inadvertidos, dañando en silencio durante años a los involucrados y, por qué no, a toda la comunidad escolar. Todavía son frecuentes las afirmaciones que señalan esos hechos como “cosas de chicos”, “tienen que aprender a solucionarlo solos”, “ya va a pasar”, interpretando las situaciones de acoso y hostigamiento como una parte normal y natural de la infancia.

Si bien este fenómeno parece haber ocurrido en todas las épocas, hoy parece haber una mayor difusión del mismo y aunque tal difusión pueda ser un reflejo de que la violencia está llegando de manera más intensa y disruptiva a las aulas, también puede estar manifestando una mayor tendencia a hacerse público, lo cual contribuye notablemente a iniciar caminos para su prevención e intervención. Durante mucho tiempo, la sociedad en general, docentes y directivos se mantuvieron al margen de un fenómeno que por mucho tiempo permaneció oculto, frente al cual hoy nos encontramos con la necesidad de hacerlo visible y llamarlo por su nombre: bullying

Podemos aproximarnos a la comprensión de la palabra bullying desde su etimología, la palabra inglesa “bull”, que significa toro. Este es un animal que se caracteriza por hostigar a todo aquello que considera como distinto, lo cual equivale a ser enemigo de otro a quien no reconozco. El verbo bullying consiste, entonces, en una forma de maltrato, normalmente intencionado y perjudicial de un estudiante o un grupo de estudiantes hacia otro compañero, generalmente más débil, al que convierte en su víctima habitual.

Se trata de una conducta agresiva persistente, de manera que cuando un alumno o un grupo de alumnos ha establecido una relación de intimidación con otro alumno se genera una dinámica en la que el niño acosado se siente amedrentado. Para que haya acoso escolar, la víctima debe sentirse atemorizada.

Y si un alumno tiene miedo, ¿por qué el resto no hace nada? ¿Acaso el resto no sabe lo que le está ocurriendo a un compañero del aula? Existen diversas investigaciones que señalan cómo el resto de los alumnos no denuncia lo que está ocurriendo porque también tiene miedo a entrar ellos mismos en este círculo de victimización.

El alcance de este tipo de maltrato no se limita a los directamente implicados, no debemos olvidar que el resto del grupo son espectadores silenciosos, testigos mudos, que también se ven afectados, siendo justamente esta aceptación implícita del acoso lo que favorece a la expresión del fenómeno y se mantenga sin resolverse. Por tanto, resulta imprescindible entender que el bullying no se reduce a un conflicto entre un hostigador y un hostigado, sino que afecta a toda el aula y por tanto resulta necesario intervenir con todos los alumnos.

En nuestras aulas, investigaciones señalan que 1 de cada 4 alumnos le tiene miedo a algún compañero. Entender que muchos de ellos son espectadores pasivos de estos fenómenos tiene suma importancia, ya que nos acerca a pensar en posibles soluciones porque “sin público no hay espectáculo” y, al no ser protagonistas, los espectadores constituyen el recurso más valioso al que hay que recurrir.

El bullying no es una parte normal del desarrollo, necesitamos involucrarnos. Es necesario que los adultos responsables asuman que el problema existe, que es más frecuente de lo que parece, que tengan conciencia de su importancia y de las consecuencias graves que puede tener, tanto como para un niño que lo sufre o para un adulto que lo ha padecido. Es especialmente importante darnos cuenta que debemos intervenir, y que es necesario hacerlo lo antes posible, porque las situaciones de malestar crónico, si no se detienen, crecen.

Lic. Candelaria Irazusta - Departamento Infantojuvenil de INECO - cirazusta@ineco.org.ar

Fuente:

http://www.clarin.com/buena-vida/

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